Cuando abrió los ojos, estaba enterrado en mantas acolchadas. Un cálido fuego. El olor salado de la sopa. Y una preciosa mujer. No podía quitarle los ojos de encima. «Gracias, me has salvado. Estaba siguiendo a un cazador silino. ¿Te importa que me quede aquí contigo hasta que me recupere? A cambio te protegeré, sé que está en Xeneela». Sin mediar palabra, la mujer le dio un cuenco humeante de sopa. La mano de él, que alargó para coger el cuenco, rozó la de ella. «Supongo que no tengo elección, pero no entres en esa habitación, mi marido está enfermo».Puede que haya más pistas cerca de la segunda calavera. Objetos ocultos de la historia: - 1 El cazador silino 1/3 - 2 El cazador silino 2/3 - 3 El cazador silino 3/3 |